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Somos famosos papá, le dijo un niño pobre a su padre- El padre sorprendido le respondió:-No somos famosos hijo ¿Porque dices que somos famosos?
Somos famosos papá, le dijo un niño pobre a su padre- El padre sorprendido le respondió:-No somos famosos hijo ¿Porque dices que somos famosos? El niño volvió a insistir -Porque todos se la pasan hablando de los pobres, los pobres esto, los pobres aquello y nosotros somos pobres, entonces somos famosos por ser pobres.
El niño no estaba del todo equivocado, los pobres del mundo siempre están en la boca de todos, esto no es algo nuevo, desde hace siglos se repite como una ola que llega a nuestros días como un tsunami que va creciendo amenazando inundar el mundo.
Jesús lo había dicho ya en uno de los cuatro Evangelios cuando dijo: A los pobres siempre los tendrán con ustedes. Como un presagio que se va cumpliendo al pie de la letra. También los Apóstoles recomendaban en sus cartas apostólicas: "Acordaos de los pobres" Y aún los Papas arengaban a los fieles "No se olviden de los pobres".
Los religiosos se hicieron ricos, los Papas viven rodeados de oro, y los pobres siguen allí, en boca de todos o mejor dicho como la excusa perfecta para hacer un llamados a la conciencia de millones en el mundo que pueden hacer importantes aportes como ayuda a los pobres pero que siempre termina beneficiando a los mismos ricos que los usan para su propio beneficio.
Luego aparecen los políticos quienes son los que más ventaja sacan de los pobres, pues a estos les viene como anillo al dedo el usarlos a modo de causa que hacen parecer como justa, embanderándose como defensores de los mismos y sacar réditos políticos mientras los pobres siguen siendo más pobres a la vez que los políticos se vuelven ricos acumulando más pobres para la siguiente candidatura, de modo que cómo la masa de pobres aumenta, ellos obtienen mejores resultados de los millones de infelices que no se dan cuenta como los usan y engañan con promesas de un bienestar que nunca llega y nunca llegará.
Luego aparecen los filántropos con sus donaciones que resultan ser despreciable para tantos miserables, ellos aparecen como los dadores que con una mano reparten migajas y con la otra recogen fortunas pero limpian sus conciencias y prestigio con obras de bien que les salen gratis que no se compara con quien saca su propia vianda y comparte por partes iguales con el que nada tiene.
El niño quedó un rato pensativo y se dijo: -Pero si, somos famosos, el mundo no tendría como lavar sus culpas sino fuera por nosotros, los pobres.
Carlos Polleé