Los jóvenes de mi generación borramos todo recuerdo de lo que es pasar trabajo. Contemplamos alguna vez en la memoria de nuestras mentes esos recuerdos están en blancos. Esos recuerdos de esas cocinas antiquísimas en las que nuestras madres con tres elementos hacían alquimia y conjuraba hechizos para que la tortilla generalmente casera creciera un poco mas. Así mismo el fríjol a ojo de buen cubero era agrandado con un líquido transparente bien conocido en nuestras cocinas, el agua, lo más duro es que ese fríjol ya había pasado por varios procesos de crecimiento culinario. Nosotros los niños de aquel tiempo y hoy los jóvenes de hoy no tenemos remanencia de esos hechos porque en nuestras mentes de infantes en aquel entonces simplemente obviábamos lo que no podíamos concebir. También estaban esas cocinitas que todavía en algunos lugares funcionan, las cocinas de luzbillante que desprendían un humo muy característico y dejaban la comida con olor a ahumado. Lo más curioso era los precios de dicho combustible para hacer funcionar a esas reliquias de la cultura cubana por excelencia. Pero bueno se preguntaran como es que conozco estos hechos pues simplemente la generación anterior a la mía es decir mi hermano mayor una noche de apagón me contó la historia. De esa forma empecé a entender lo que algunos nombraban “Periodo Especial”.

De esa forma empecé a entender lo que alguno nombraban “Periodo Especial”