España Vive una regeneración tan notoria e inesperada que nos impide ver, como los árboles el bosque, que vamos hacia una honradez pública que ya envía, y que enviará más aún, a muchos corruptos a la cárcel.

Quienes esperaban enriquecerse con la política han descubierto que el futuro será mucho más difícil que el pasado: miles de ojos humanos y electrónicos los vigilan.

Este jueves dimitió como senador un exdirigente del PP en Madrid, Francisco Granados, tras descubrírsele una cuenta que llegó a tener 1, 5 millones de euros en Suiza.

Habitual opinador en los programas televisivos, poca gente imaginaba que Granados podía tener una cuenta así, que él atribuye a su trabajo en bancos antes de dedicarse profesionalmente a la política.

El caso es que gracias al informático suizo Hervé Falciani, que huyó con listas de evasores de numerosos países que entregó a la justicia, o por discrepancias entre socios que se denuncia mutuamente, o por vigilancia judicial, cada día se revelan nuevos casos de corrupción y compraventa de voluntades.

Estamos en la eclosión, el descubrimiento, de las principales lacras del pasado, de cuando los políticos se creían impunes: Gürtel y sus tentáculos, Pokemon, ITV y los suyos, UGT y CC.OO.; no se libra ni el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, ni una Infanta de España, su esposa Cristina.

Cualquiera con poder político para hacer concesiones o usar dinero público debe estar temeroso si cometió alguna irregularidad.

Todos los secretos en poder de más de una persona se descubren a la mínima discrepancia entre sus poseedores, y ni siquiera las supersecretas cuentas en Suiza son secretas ahora.

Y dado el cainismo y la codicia que domina a los deshonestos, ellos mismos están denunciándose unos a otros en los periódicos y en los tribunales: España se regenera sin darse cuenta de ello, y es de esperar un mañana más limpio, o al menos menos sucio.

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SALAS