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Reflexiono en este artículo sobre el daño social que causan las prácticas de sentido egoístas y autosuficientes generalizadas en todas las instituciones del país, con las que el Gobierno no se acaba de comprometer seriamente a erradicar, a pesar de que se ha pronunciado repetidas veces contra ellas
“El Problema Cubano: Egoísmo y Autosuficiencia”
Cuando el Señor Presidente se digne a probar con un solo ejemplo contundente—al menos--, que las cosas positivas que dice, no lo hace expresamente “de boca para afuera”, como decimos en lenguaje coloquial los cubanos, las cosas van a ir mucho mejor. Estamos hartos de “teques simbólicos” que no resuelven nada, porque nadie les hace caso. Y él, como cubano, debería saberlo: que vivimos en una sociedad anómala donde a la gente le es extraño totalmente pensar en sentido de colectividad, porque siempre se nos ha enseñado a verla como algo ajeno al interés personal; de ahí que mucho menos se pueda pensar en que esa colectividad lo primero que tiene en contra es la imagen personalista de cualquier oficiosa resolución de sus problemas, ya que detrás de ese oficio-ocioso se puede esconder un personaje autosuficiente, sin mucho interés, por demás, en su propia especialidad, que son posibles de reconocer porque dichos sujetos son personas que ponen rápidamente en práctica sus prerrogativas de expulsión del lugar de donde mandan o imparten su profesión, -- sobre todo cuando esa profesión tiene por objeto la salud pública o el periodismo—de aquellas personas que sin ser propiamente médicos o periodistas, les pueden hacer sombra.
La experiencia inusitada del crecimiento del hombre cubano ante nuestras especialísimas problemáticas socio-económicas, están dejando muy atrás los expeditivos recursos de “pergaminos propios” para cada cosa, o lo que es lo mismo, a los hombres que descansan cómodamente en ellos, y así se quedan atrasados respecto a su época por vivir pensando sólo en sí mismos. Por si ellos no lo saben, ya la época va por asegurar que la episteme convirtió el sentido de la razón pura en motivo de descrédito, y va a hacer falta la grúa “KATO” de un buen Presidente para levantar del suelo esa situación.
Cuando me refiero al campo de la medicina, hablo naturalmente del campo de la psiquiatría, donde desde hace rato están en pugna antropólogos y psiquiatras, por mezquinos celos profesionales de parte de estos últimos con respecto a los primeros que son capaces de desenvolvimientos menos adustos y más versados en materia de psiquismo en la literatura clínica patológica, y como lectores más acuciosos que estos últimos, también pueden ser potencialmente más capaces de obtención de mejores resultados en la cura. Aunque esos campos de la Antropología Política, Cultural y Filosófica son uno de esos predios tan deprimidos que ya se ha perdido en ellos la continuidad de figuras descollantes en Cuba, como dijo hace unos años una Viceministra cubana de Educación Superior, no por eso están totalmente desiertos. Sería muy provechoso para la sociedad entera que, si se plantearan conflictos como este en nuestro medio, se entendieran muy en contra de un sentido de desafío—como lo entienden las mentes pobres--, y sí en sentido de “demostrar que somos en todo momento útiles al objetivo mayor”, porque lo más importante es, como dice el joven periodista de Granma Yasel Toledo Garnache, en su artículo “Primero en Cuba”, “como primer paso, el deseo de ayudar desde cualquier lugar o responsabilidad con plena conciencia de que la inteligencia y el trabajo en conjunto son fundamentales para avanzar con solidez” [Periódico “Granma”, 17 Agosto 2019 ] Cuando se den esos conflictos, que se han dado, lo mejor sería que la situación se convirtiera, eo-ipso, en una invitación al trabajo en común, en un campo del más práctico y deseable ejercicio revolucionario que pueda haber lucubrado mente servicial alguna.
Hablo del conflicto que causa el egoísmo personal en el campo de la psiquiatría y el periodismo
Como prueba de que se ha autorizado esto, Yasel Toledo cita estas palabras del Presidente Díaz Canel en el reciente acto por el 66 Aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada, y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo: “No me cansaré de insistir en el deber de pensar como país, de espantar el egoísmo, la vanidad, la desidia, la chapucería, el “no se puede””. [artículo de Granma] Es muy bonito oir palabras como las que a cada rato dice el Presidente, pero estamos seguros que él no sabe la responsabilidad que ellas involucran, porque no se pone en el lugar del hombre común y del peligro que puede significar para éste romper disposiciones institucionales cuasi-legales. Nadie lo apoyaría. “La violencia –dice mi maestro Nicol—es signo de una contradicción sin equilibrio, sin resolución en una síntesis armónica” [“El Porvenir de la Filosofía” p 168 F.C.E. 1997]No creo que el Presidente, luego de pensarlo, esté en desacuerdo en llamarle ingenuidad, a su propia declaración si no la calza con alguna credencial más fehaciente. Recordarle que el ente no se deja aprehender con la investigación del fenómeno, y como dice el maestro polaco Nicolai Hartmann: “cuando se argumenta contra el ser-en sí con el ser espiritual de la representación, se desconoce el sentido de la independencia [del Ente]” [“Ontología” Tomo I p. 180], ya que al ente no le importa eso, le tiene sin cuidado, y sin el carácter de en-sí del objeto, no hay conocimiento. El ente siempre está más allá del límite de la objeción.
En cuanto al periodismo, está tocando a su fín el periodismo de paños tibios; hay que decir las cosas por su nombre, y el Presidente no acaba de dar el ejemplo, de realizar el primer vuelco, no solo con su palabra, sino con su orden. Hay que hacer un periodismo menos poético y más metafísico, si es que de veras se quiere poner al país a la altura de los tiempos que corren, e ir eliminando a toda esa plana de dirección obsoletas que están tan seguras del úkase de los céleres, que hasta se mofan, como se mofaba de mí el actual Sub-Director de Granma Oscar Sánchez Serra, por hacer un periodismo a la altura de la época. Ah, si él quiere seguir informando la chacota cubana del dualismo diversionista del carácter plebeyo, ya eso es otra cosa.
Yo le sugeriría al periodista Yasel Toledo, como título de su artículo, este más adecuado: “Cambiar primero en nosotros, para cambiar después a Cuba”.
Raúl Morín, 18 Agosto 2019 11:00 A.M