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En este trabajo desnudo la vulnerabilidad de la vida laboral cubana ante el peligro social de las enfermedades Neuropaticas en las personas de los representantes de instituciones estatales que deberían estar más libres de ellas
"LAS ENFERMEDADES NEUROPATICAS Y LA DESPREVENCION DEL ESTADO SOCIALISTA. " En el Diario cubano "Trabajadores" del lunes 16 de Agosto de 2004, apareció un curioso artículo: "No personalice, no es con Usted" de un profesor de Psicología de la Universidad de La Habana, Miguel Ángel Roca Perara, en el cual llama la atención muy modestamente sobre un mal que cada vez castiga mas nuestra ya bastante agobiada turbamulta de problemas que se ensañan en nuestra sociedad; y aunque el no lo ataca en esa ocasión con fuego nutrido como debía haber hecho, y dudo que lo haga en algún otro momento, al menos lo señala y lo pone en la mira de otros veladores más preocupados .
Señala el profesor esta rara conducta muy nuestra: "Al hombre no le importan las cosas, sino su opinión sobre las cosas" (ya Senel Paz lo había dicho similarmente en un artículo periodístico en la década de los 90 ), y agrega : "es decir, aunque haya una reali dad externa objetivamente existente, las personas evalúan la calidad de sus vidas en función de como perciben su curso", o sea, en función de la imagen que dan .El que plan tea esto es un profesor universitario, que de ningún modo esta ajeno a la gravedad contrarrevolucionaria que supone el hecho de que cualquier persona considere cuan bien o cuan mal le va en la vida tomando como punto de referencia "sus más importantes propósitos existenciales y su filosofía de la vida ", --como apunta el profesor con conocimiento de causa, pero sin expresar ningún interés mayor por ese punto de inflexión de la moral ciudadana, que tan caro nos esta saliendo.
Ninguna procastinacion amarga tanto como la que emana de los altos puestos institucionales con el visto bueno o parabién de los secuaces en el mando, por aquello de que están cortados con la misma tijera, y que se pueden llamar así porque no acusan el menor malestar personal con una práctica que de tener víctimas en los estratos más elementales nunca llegaría a conocerse.
Resulta paradójico que en un país donde se hacen ingentes esfuerzos materiales y humanos para mejorar la estimulación salarial del trabajador, existan jefes todavía que intentan redimensionar esa estimulación dandole el sentido de un correlato de su indignidad personal, puesto que en ocasiones se valen de esta para afianzar aquella.
Y digo " indignidad personal" sabiendo que es un término fuerte para un sistema socialista como el nuestro, pero esta bien empleado, habida cuenta que se utiliza este in centivo nada menos que para paliar el sentimiento de inconformidad consigo mismos en que se encuentran hundidas ciertas personalidades señeras de los servicios de protección estatal de nuestro país, que apelmazan el aire en torno a cualquier intento gravitacional de la moral; cosa que se puede hacer de acuerdo al estado de cosas actual desde una posición de mandamás.
Y para justificar el uso de este término tenemos que remitirnos a ciertos jefes a quienes se les hace insufrible que algún subordinado lo haya cogido en falta, hasta cier to punto comprensible, y en vez de dejarse ayudar, y por razones que no puede tolerar una personalidad mórbida o enfermiza, han pasado a cometer faltas incomprensibles. Del tamaño que sean, no es mi objeto analizarlas aquí, pues me absorbe la atención comunicar la comprensión de la subjetividad psicopatologica junto a los mecanismos de defensa típicos de este cuadro.
Como los mecanismos de defensa son utilizados por el yo para mantener fuera de la conciencia determinadas representaciones intolerables e impedir el desarrollo de afectos penosos, y llevan impresos la marca de los ideales narcisistas del genero masculino; ese " yo impregnado de género " " se ve compelido a diseñar defensas de un matiz muy especial que eviten el conflicto con lo que es propio de sus atributos genéricos" ["¿El genero hace al síntoma?. Masculinidad y trastornos obsesivos ?" Teresa Quirici, en Revista de Psicoterapia Psicoanalítica p. 61 Tomo VI No. 3, Junio 2003 Argentina ]
Para los efectos de una comprensión total del fenómeno, esto significa una regresión de una fase viril del hombre a una caracterizada por una entelequia tarada de destierro en su constitución original de la figura del Padre, y por eso mismo servida en bandeja de plata al poder de la Muerte, al no poder "erigir barreras intrapsiquicas que lo resguarden del deseo de ser uno con la Madre" [ Teresa Quirici, Ob Cit, p 64 ]. Quiere decir, que el varón no se logró desidentificar con la Madre.Este fracaso en la consolidación del padre en la época más temprana del niño, es un fracaso "que a lo sumo, --como dice la Dra Emilce Dio Bleichmar, citada por la Quirici-- puede pervertir el deseo, no el genero" [pag 66 ].Por lo tanto, a la sociedad no le importa la orientación heterosexual en el adulto obsesivo -compulsivo, sino la perversion de su deseo de ver hostilizadas a esas personas que si tienen una totalmente adecuada consolidación de su masculinidad en etapas tempranas porque pueden mostrar sin prejuicios sus emociones de ternura o de cordialidad sin cortapisas de ningún tipo, a la vez que pueden solventar productivamente sus conflictos interpersonales.
Esa forma de hostilidad se produce al obligar a estas personas a compartir con ellos el papel de lo ficticio, en aras de contagiar ese infierno interior de ellos con la insustancia lidad del sustento de sus vidas, materializando la posibilidad de lo afirmativo como complicidad con el envilecimiento.
Evidencio como las dolencias anímicas del trastorno de la personalidad en jefes administrativos de centros laborales se puede traducir en atracos a estímulos salariales
"¿Qué ley de Vida
con su impiedad
atrapa a la Muerte sin ley,
y la aprisiona en su impotencia.?"
Escribió Juan Ramón Jiménez, el Poeta de Moguer. "Aprisionar la muerte en la impotencia de una ley de Vida", he ahí la imagen exacta de los problemas sin solución, ni reconciliación posible de la humanidad irredenta con la humanidad redimida que padece el mundo funebre del obsesivo.Quiere decir, en fin, no dejarle al esbirrismo laboral más opción que el silencio."Aprionar la muerte en la impotencia", ¿no sería acaso la pueril acción de unir tres posibilidades infundiosas: venganza-mentira-castigo, con el ropaje de un poder normativo.?
Pero fue un poeta español del siglo XIX, Don Adelardo L.de Ayala, con su poema " Epístola a Emilio Arrieta", quien logra dar con ese peculiar acento senequista que tenía la poesía española en ese siglo, el más fiel reflejo de la difícil superacion del miedo al impacto del Poder en la conciencia, que no creo que haya sido dicho ni tan bella, ni tan sinceramente por otro poeta:
" Si el hondo afán conque de mi se queja
todo mi ser, me tiene desvelado
¿por qué no es antes noble impedimento
lo que es después atroz remordimiento?"
Para mi la cumbre emocional del poema radica en descubrir a la conciencia del virtuoso la eliminación del contraste con la conciencia del avieso, al hacer este la proposición enfermiza de gozar el mal con renuencia total a la distinción entre " lo que hizo Dios y lo que el mundo ha hecho", que en lugar de recibir "la noble gravedad del pensamiento", encuentre al Hombre de Dios "inquieto, vacilante y confundido".
He aquí parte del poema:
" Tal vez a la batalla me apercibo;
dudo de mi constancia y de esta duda
toma ocasión el vicio ejecutivo
para moverme guerra más sañuda;
y cuando débil el combate esquivo,
"Mañana, digo, llegará en mi ayuda, "
¡Y mañana es la muerte, y mi ansia vana
deja mi redención para mañana !
Perdido tengo el crédito conmigo,
y avanza cual gangrena el desaliento:
Conozco y aborrezco a mi enemigo,
y en sus brazos me arrojo soñoliento.
La conciencia y el deleite que consigo
perturba siempre: sofocar su acento
quiere el placer, y lleno de impaciencia,
ni gozo el mal, ni aplaco la conciencia.
Inquieto, vacilante, confundido,
con la múltiple forma del deseo,
impávido una vez, otra corrido
del vergonzoso estado en que me veo,
al mismo Dios contemplo arrepentido
de darme un alma que tan mal empleo:
La hacienda que he perdido no era mía,
y el deshonor los tuétanos me enfría " [ " Las Cien Mejores Poesías de la Lengua Castellana" pag 294 Comp. Marcelino Menéndez Pelayo ] Raúl Morin. 28 de Agosto 2017