Existe un verbo al que parecen ser alérgicos la clase política y los representantes institucionales de nuestro país, considerándose incapaces de conjugarlo en primera persona: dimitir.

            Ignoro si la idea de servicio a la nación es lo que impulsa a nuestro presidente a mantenerse en el puesto a pesar del estercolero donde se haya inmerso, pero flaco favor hace ahora al pueblo ocultando sus vergüenzas porque esto es lo que más daña la imagen de España.

            Creo que ha llegado ya el momento de poner las cartas sobre la mesa y basta ya de transmitir machaconamente ideas irracionales a la población para hacerles sentir culpables.

            No señores, nosotros, los curritos de a pie, no somos culpables de esta crisis ni hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, nosotros no hemos malversado fondos públicos ni hemos prevaricado. No hemos ejercido tráfico de influencias ni nos hemos enriquecido a costa de aliarnos con socios de dudosa reputación.

            Son ustedes, el Gobierno de este país los que ahora no están legitimados para seguir exigiendo sacrificios de un pueblo ya de por sí maltrecho. La mujer del Cesar no solo debe ser honrada sino parecerlo.

            No son simples “pecadillos” los que cometieron y aunque traten ahora de buscar a toda consta un chivo expiatorio, es la estructura de su partido la que se tambalea y son ahora sus propios militantes los que se sienten utilizados y engañados.

Nuestra economía no podrá recuperarse mientras nuestros dirigentes estén prioritariamente preocupados por salvar su propia imagen

            Pero no nos engañemos, nuestra memoria, la memoria del currito de a pie puede estar desorientada por el bombardeo de barbaridades diarias que salen a la luz pero no nos subestimen. No han pasado los suficientes años como para que hayamos olvidado escándalos como Filesa, Roldán, Ollero o Juan Guerra y con esto quiero decir que ahora ya no nos sirve el dicho de “a rey muerto, rey puesto”. Tampoco se nos olvidan los ERES fraudulentos ni la malversación de fondos en ayudas a formación para sindicatos cuando el dinero se empleaba en otros menesteres.

            De igual modo, otras figuras públicas que dicen haber jurado un servicio vitalicio a nuestro pueblo, tal vez deberían considerar dar ejemplo abdicando en beneficio manifiesto del país, sobretodo cuando las conductas según palabras propias no han sido ejemplares, pues aquí no es la mujer del cesar la que tiene que dar ejemplo sino el propio cesar.

            Y con todo esto ¿con que nos quedamos? ¿Es posible una luz al final de este túnel? Pienso que si, pero solo y únicamente desde la regeneración ética. Nuestra economía no podrá recuperarse mientras nuestros dirigentes estén prioritariamente preocupados por salvar su propia imagen y un pueblo que se siente engañado no va a permitir que encima se le sigan pidiendo cada vez más sacrificios.

            Nuestra joven democracia está en peligro porque nada huele a limpio y el régimen político en el que vivimos más se asemeja ahora a una dictadura bipartidista que otra cosa. Nuestra Constitución, esa norma que nació con aires de libertad, es hoy nuestra principal mordaza porque nada en ella es cierto ni se cumple.

La imagen de nuestros políticos está seriamente dañada y los politicos vigentes que quieran mantenerse solo podrán hacerlo desde el reconocimiento autentico de servidores publicos, sin más expectivas de enriquecimiento propio y con la humildad de sentirse orgullosos de ser un pequeño engranaje en pro de conseguir una sociedad con más oportunidades para todos.

            Creo que no hay más recorrido que cubrir, hemos llegado a una calle sin salida y solo derribando los muros de la intolerancia, la mentira y el abuso político, podremos salir adelante.

Nuestra Constitución, esa norma que nació con aires de libertad, es hoy nuestra principal mordaza porque nada en ella es cierto ni se cumple