¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Juan Carlos Martín Rojas escriba una noticia?
Todos los días suceden en muchos lugares cosas al abrigo de la Luna, cosas santas o profanas se tejen en la oscuridad... dormir o ser centinela: he allí el dilema de este pequeño relato... y qué contenido le vamos a dar a nuestras noches...!
La Noche…
¿Qué poeta no ha escrito sobre la Noche? Tanto en la desesperación de un insomnio y vigilia, como en aquellas noches estupendas cuando cierras los ojos y los abres en pleno día; como si el tiempo no hubiese transcurrido; con cuerpo, mente y alma completamente descansados… Es una muerte pequeña...
Ni hablar de las interminables noches de amor Eros “al aire libre”; al abrigo de un perfumado pino silvestre; hasta que nos toma por sorpresa la aurora. O simplemente yendose de farra… Igualmente las noches se prestan para fechorías y delinquir…
En el principio: “fueron separadas la luz de las tinieblas”; inclusive el estado fisiológico de nuestros cuerpos cambia de un estado a otro… o sea del día a la noche y viceversa.
No nos olvidemos de las grandes galas nocturnas; donde mujeres exquisitas se colocan sus mejores perfumes y joyas, buscando perfección. Buscando fascinar a los hombres… o a sí mismas…
En el principio: “fueron separadas la luz de las tinieblas”
En fin, la noche es encantadora. Pero después que pasan esos “años locos” de juventud e inexperiencia, hay que tomarla con mucha discreción. Porque al abrigo de ella (como ya se dijo) se cometen cosas impropias llenas de impunidad y sarcasmo sensual y violento.
Que nuestras noches sean de paz y regocijo. Y si tenemos Insomnio; echemos mano a todos nuestros hobbies, para no quedarnos en blanco. Pero lo mejor: “el amor”, hacerlo sin final hasta que el crepúsculo nos avise que es hora de dormir… y el sueño nos venza…
Y a la final… seguramente los únicos testigos, después de nuestros propios labios: serán la Luna, las nubes y las estrellas. Y uno que otro curioso por allí…