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Analizo con cierto detenimiento la situación actual de las teorías oficialistas cubanas sobre la unidad del ser y de cómo estas tesis erróneas influyen en el aflojamiento de los laxos sociales en Cuba, ocasionando el haxis de la destrucción
“El Buen Político”
I
Me preocupa mucho que se siga utilizando la propaganda de la unidad del pueblo cubano en nombre de una experiencia del fin de la historia.
¿Hasta qué punto es cierto que los cubanos están cambiando, porque es eso lo que se deduce de la evolución de los tiempos que, sin embargo, sí están cambiando?.
Yo diría que cuando se sienta el desapego de la comunidad a no aceptarse las quejas que se derivan de sus relaciones, estaremos realmente cambiando. Los únicos que se pueden plantear demandas son los amigos, y aquí ni siquiera eso es posible. Si te acercas a un cubano, un conviviente, un vecino o un compañero de trabajo con una demanda de eliminación de un perjuicio causado por alguna costumbre perniciosa del demandado, tiembla; pues echará mano a cualquier género de coacción física, jurídica o ideológica. Hay ciertos mensajes subliminales que envía la sociedad que se podrían traducir con este letrero: “Llora si te duele”, que queriendo ser un símbolo de poder, es un símbolo de la malcriadez matriarcal de nuestro pueblo. Diríase que esa es la metodología política vigente de dirección social.
Por tal motivo yo entiendo que, a diferencia de otros opositores, mi lucha debe atacar primero las costumbres de la comunidad antes que el mismo desastre político, porque mañana mismo el Gobierno podría cambiar de orientación, y ese solo hecho no va a hacer cambiar la cínica tranquilidad ciudadana del merodeo sobre la injusticia, porque, como dice sagazmente Adorno, --el filósofo socialista alemán—en su libro “Tres Tesis sobre Hegel”, “el nervio de la Dialéctica se basa en la experiencia de la impotencia de la crítica mientras se mantenga en lo general, sin ensuciarse con lo específico” [ Ob.Cit. p 108, Adorno y Hokkheimer ]
En concordancia con una línea de ontología hermenéutica que tratamos de ilustrar con nuestro entendimiento, esto sugiere que la contrafinalidad socialista gana tiempo y acomodo, cada vez que la crítica se basa en generalidades macrosociales más o menos anexas a lo político, para convertirse como expresión de nuestra cohesión social en algo más lúdico que el choteo. Lo digo porque en nuestras emisiones televisivas, y en la prensa plana se hace hincapié últimamente, en que “estos son tiempos de enarbolar la unidad de la nación, ”, y en que debemos “pensar como país”, invocando una colaboración entre cubanos que prácticamente se realiza a regañadientes cuando se da. Se debe esto a que está fundada nuestra unidad en varios conceptos erróneos; en primer lugar, la razón de ser, que es el sustrato propio de la unidad, no entra ( en nuestro entendimiento ) quiditativamente en el concepto objetivo de unidad, y por eso afecta tan extrínsecamente al ser esa “unidad” que no resuelve ningún problema de unión del pueblo cubano, ya que en las negaciones interpersonales aparecen diferencias esenciales del ser que no pueden quitarse ni en aras de la unión de la familia. Ellos no saben lo que están diciendo: pensar como país significa romper el cerco de esa visión en que no nos interesa el ser como participación amorosa en los hechos que nos vinculan a la desarmonía de la comunidad; o para decirlo más filosóficamente, al estilo de Vatimo: “la tendencia a vivir la desrealización en terminos de reapropiación”, [“El Fín de la Modernidad” p.31 Giani Vatimo, Editorial Gedisa, S.A., Barcelona 1987 ]muy propio del talante posmoderno, pues como dice el filósofo italiano, “no es una reapropiación lo que se ha hecho superfluo, es cabalmente lo propio” [Ob.Cit. p 28], como lo demostró el filósofo cubano y profesor universitario Dr. Daniel Rafuls Pineda, en una comparecencia televisiva en el Programa “Hacemos Cuba”, el 10 de Octubre del corriente año, cuando dijo muy sin novedad, “que nuestro sistema electoral lleva ventaja a la política de partidos porque aquella es una forma de distribuir la voluntad popular para que la gente crea que está más representada, cuando la verdad es que el hecho de ese tipo de elecciones democráticas responde, igual que la economía capitalista, a las leyes de mercado, donde todo está ordenado para el triunfo del hombre más fuerte y de la mujer más linda, en detrimento de la mejor condición humana”. Pero se olvida el doctor que nada hay más innegable que nuestra política contaminada de posmodernidad y de neoliberalismo, en la cual cada vez adquiere mayor importancia el papel del cuerpo en la uniformidad de las masas, pues resultan demasiado a menudo electos a cargos de jefaturas y direcciones a los hombres más fuertes y bien parecidos, y las mujeres más bellas.
La otra causa subyacente de esa ficción de unidad es que al enajenar al hombre como ente de la producción y los servicios, la idea marxista de la sociedad provee el hecho de que la diferencia entre individuos posee sólo carácter social, pasando por alto que no es gracias a la industria que la naturaleza se convierte en naturaleza antropológica, porque bajo esa ideología ocurre lo que sentenció el filósofo ruso Varlam Varlámovich Keshelava, cuando estudió exhaustivamente ese problema : que “el hombre se relaciona con la naturaleza no directamente, es decir, no está incluído en la naturaleza en calidad de su parte componente y orgánica, como un ser que no ha roto aun el cordón umbilical que lo une indisolublemente a la naturaleza, sino indirectamente, a través de la sociedad”[“Humanismo Verdadero y Humanismo Ficticio” p.111 Editorial Ciencias Sociales 1984, La Habana ], lo cual quiere decir que su praxis distintiva no es comprensible en terminos de naturaleza, pues procede “extra-rerum natura” ( fuera de la naturaleza humana ), indicando una enajenación con respecto a ella, y por eso mismo está obligado con forzosidad física a una inmersión en ella. Precisamente en esa sutil diferencia es donde sucumben muchos escrupulosos al dominio totalitario. Ese salto del estraperlo del ser a la enajenación de la humanidad no se entiende bajo la óptica de unos ojos simplemente naturales, por eso es tan común y se da tan fácilmente. También por eso muchos cubanos que han abandonado el país por motivos económicos o familiares, obliteran el sentido político de su fuga, ya que este sí está orgánicamente unido al ser como cordón umbilical, y hacen entonces increíbles giros cachondos hacia el sistema de que huyen, no obstante confesar como Ileisis: “El Estado tiene el deber de brindar información a los periodistas; ¿por qué se la niega?” [Careo en internet con Eliécer Ávila]. Qué raro que esta brillante mujer que le confesaba a Eliécer: “Yo estaba atiborrada del Bloqueo en Cuba. Yo no entendía lo que era el Bloqueo; no puede ser que todo se lo achaquen al Bloqueo”, haya entendido esa razón oficialista de pronto cuando, estando en México, al ir a cambiar pesos mexicanos por dólares estadounidenses para enviarlos a su familia en Cuba, el banco mexicano le denegó esa posibilidad solo por ser cubana, estableciendo en su mente una equivalencia de asuntos totalmente diferentes. Aquí ella no estaba “pensando como país”, sino como ente particular. Este es el modelo de decadencia que sigue el artificio revolucionario de suspensión de la historia.
Por ello me asisten razones suficientes para pensar que en definitiva a lo que se refieren nuestros medios de propaganda masiva cuando hablan de “pensar como país”, y de “unidad”, no puede ser otra cosa que la unidad indivisible del mundo no humano, aprovechándose de que su contrapartida no es, ni lo primero en el orden del conocimiento, ni en el orden del ser. La cita de Adorno que mencioné, coincide con una frase de Nicol donde dice “que lo histórico tiene que explicarse por una causalidad específica” [ “La Reforma de la Filosofía” p. 139, Eduardo Nicol, 2da Edición, F.C.E. 1994, México, D.F ], porque la especie—añadimos--, cuando la sociedad toca fondo, boicotea la fisiología social específicamente humana, haciendo imposible desplegar así las fuerzas productivas.
A diferencia de otros opositores, mi lucha debe atacar primero las costumbres de la comunidad antes que el mismo desastre político
Yo no comprendí la enorme dificultad que representa dialogar con ese mundo manteniendo el ser ecuánime, hasta que ví los videos ( 20 ) de los encuentros sostenidos en el ciber-espacio por el disidente cubano exiliado en Miami Eliécer Ávila, con sus contrincantes políticos. Admirable serenidad la de ese joven, que en cada palabra que dice está delineando el futuro de la Patria, dejando de paso atónitos a todos con una lección que yo nunca pensé que nos la fuera a enseñar un joven campesino culto: la carísima máxima martiana de que “no hay para labios dulces, copa amarga”, ante la enorme necesidad que tiene el país de robustecer el carácter del hombre con ideas cordiales, ya que en Cuba apenas si alguien se digna a hablar dos minutos con alguien que no piense como uno. Empezando por mí.
Es desesperante tener que confrontar a un neurópata vestido de gladiador político, que te hace con toda seriedad las más inadmisibles aseveraciones. Al neurópata se le conoce por el arrebato incontenible del tono de voz, y por la irreal versión del conocimiento; luego, es necesario hacer un derroche didáctico de demostración de este dominio para poner las cosas en sus lugares pertinentes. Así lo hizo, por ejemplo, Eliécer ejemplarmente, cuando tuvo que remitirse a una imagen del más moderno avance científico-técnico en el campo automovilístico, para hacerle comprender al porfiado contradictor que el ejemplo que le ponía sobre la impecabilidad de la Revolución era absurdo; y ya que se trataba de hacer desaparecer esa premisa de la lógica que se le proponía—que la Revolución no desaparecía a sus opositores—adujo el ejemplo de que el más moderno de los automóviles, el Audi, ya no tenía necesidad tampoco de usar carburador, pues lo sustituía con el inyector eléctrico que, vendría a ser la imagen ultra refinada del “fusilamiento de la moral” que utiliza ahora la Revolución para sustituir los métodos de las dictaduras bárbaras de antaño:
--“Hasta el día de hoy no hay un desaparecido político, Eliécer”—
--“Ya esa necesidad no existe. Es un problema de tecnología; ya hoy los carburadores no existen y los carros siguen existiendo. Las dictaduras como sistemas tecnológicos y científicos han evolucionado.”—respondió el disidente.
Y es que, como dice Eliécer Ávila, “filosóficamente estamos combatiendo contra nosotros mismos” [“Confrontación en internet con la abogada cubana, becaria en México, Ileisis Fernández Avilés” ]. Para que un gobernante cubano pretenda ser buen gobernante, tiene que partir de comprender esto a fondo. Los desórdenes en la organización constitucional del hombre, según José Ma. Ramos Mejía en su libro capital “Neurosis Célebres”, se pueden colegir a través de ciertas manifestaciones como teorías mal comprendidas, principios mal aplicados, hechos no bien apreciados. De esto están llenas las palabras de los invitados ciberespaciales de Eliécer.
Esa visión aparentemente tan cursi sobre la condición objetiva de la unidad de un pueblo, siempre fue despreciada por la determinación de los dictadores de todos los tiempos, a pesar de los consejos de las élites. Un ejemplo de ello es esto: La policía política rusa detiene a Osip Maldestam en 1934, por satirizar a Stalin en unos versos y fue condenado a trabajos forzados en un Gulag, donde se suicidó años después. Stalin le tenía cierta simpatía a Pasternak, (Premio Nobel 1958) porque además de ser georgiano igual que él, había traducido al ruso algunas baladas populares de Tbilisi, y tal vez por esto no lo encarceló también al igual que a dicho poeta. Conociendo Pasternak esta circunstancia excepcional, quiso interceder ante el Jefe de Estado por su amigo, y lo llamó por teléfono:
---Desearía hablar con Ud.
---Hablar, ¿de qué? – respondió Stalin
---De la Vida y de la Muerte—contestó el novelista.
Ante tal respuesta, Stalin le colgó el teléfono.
O sea, que nuestro líder parece dominar todos los contenidos socio políticos necesarios para ser un buen conductor de nuestro pueblo, y sin embargo………….
Raúl Morín 12 Octubre 2019, 11:03 A.M