Una cosa es, así tengan razón o no, el odio, bronca, impotencia de la gente que manifiesta su disgusto por quienes utilizan el mando para oprimir, mentir, robar y otras cosas dañinas y hasta perversas.  Muy distinta de quienes utilizan el mando para agredir a la sociedad desde el poder.  Con dinero del estado, o sea de todos, pagando a periodistas, artistas, fanáticos y aún desde el propio gabinete del poder.  

 ¿A ver si entendemos la diferencia? Lo que se manifiesta en la calle, en las redes o en distintos ámbitos de la sociedad, que tiene su delito cuando se hace daño y mucho más cuando se utilizan piedras, bombas caseras o manifestaciones violentas, o pacíficas. Todo puede tener una caratula de delitos diversos.  Pero algo totalmente diferente es cuando la provocación se ejerce desde el mismo mando de poder.

En este caso, cuando el gobierno utiliza distintas maniobras para provocar a la sociedad, agredir, crear división entre clases sociales, profundizar grietas.  Utilizar periodismo pago para aumentar el odio, expresar palabras discriminatorias a quienes piensan distinto, valerse de barras bravas, fuerzas de choque, y cuantas artimañas salgan del mismo poder.  Eso se llama DELITO DE ESTADO y tiene penas muy graves comparadas con las que se pueden aplicar a un ciudadano común.

La sociedad argentina ya ha crecido lo suficiente como para darse cuenta de esos engaños que vienen de larga data.  Hoy ya no se engañan mas a la gente, con hechos como el de utilizar fuerzas de choque en lugar de las fuerzas del orden para reprimir manifestaciones contrarias al gobierno y pretender hacerlas pasar por simpatizantes que actúan por si mismos, cuando en realidad son pagos por el gobierno. Lo mismo que fogonear a la sociedad con dichos de odios por medio de famosos pagos o sostenidos económicamente con dádivas y otros artilugios.

Esos métodos deben ser sancionados con penas y cárceles porque el estado es de todos y no de un grupo privilegiado que hace y actúa a su antojo y conveniencia.

El daño tambien es irreparable, porque los ciudadanos convivimos e interactuamos en sociedad sin importar la inclinación política de cada uno. No es justo que gente que se aprovecha de beneficios que le da el estado, se ponga la camiseta y desparrame odio a diestra y a siniestra, siendo que defiende una postura porque recibe un bien a cambio. 

Carlos Polleé