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Continúo dando una explicación filosófica--que me parece necesaria--a la confusión de los hechos que han ocurrido despues del 27 de Noviembre, porque creo que el trabajo teorético de la filosofía tiene mucho que hacer en este campo
III
Ya el edificio de la Nueva Cuba está construído, y es una realidad tan fuerte, que puede andar sola a pesar de que no esté abierto a sus huéspedes todavía, porque todos lo hemos acariciado durante sesenta años con unas ganas de ensueño, aprendiendo de engaños, amarguras y frustración nacional, cómo debe estar hecha la casa que nos albergue a todos, porque todas esas creencias absurdas que se nos han impuesto, ya las hemos apurado hasta las heces. Con tres generaciones desclasadas, rumiando penas y remordimientos en el paredón de los fracasos, ya es suficiente. “Con sesenta años de escoria, hasta una lata aprende a rezar”, como dicen, más o menos, unos versos de un poeta brasileño. Ya el régimen con toda su potente maquinaria no va a poder nada contra él, y este va a seguir empoderándose lentamente sobre sus cimientos, y empinándose cada vez más sobre los obsoletos menesteres que envetustan las onerosas e infructíferas gestiones de un Gobierno al que se le está agotando su tiempo de decidir sobre los destinos del país. ¿No éramos ya una nación cubana constituida en base a una fuerte sociedad civil desde el siglo XVIII que tuvo que convivir durante un siglo más como colonia de España, hasta que al fín, la realidad de la Patria se hizo más fuerte que el yugo colonialista, y tuvo que desaparecer este.? Pues así va a suceder ahora, el país verdadero se va a sacudir las cadenas conque lo ataron sus propios hijos, pues no hay construcción que resista un andamiaje social podrido.
Como dijo Guillermo Fariñas, el activista villareño, Premio “Sajárov” de los DD. HH., a Radio Martí el 4 de Diciembre de este año, “todavía la situación no se les ha ido de las manos, pero los síntomas de los soldados en las calles, de las golpizas que propinan a los opositores, y el hecho de cercar operativamente con militares y paramilitares alrededor de las casas a los actores sociales de más connotación, ya es signo claro de la debilidad constitucional del Gobierno y de su innegable miedo”; y por eso fue la ruptura del diálogo con los verdaderos impulsores de ese Movimiento llamándolos “mercenarios”, y “terroristas”, a fín de descalificarlos como representantes de cualquier genuina demanda consensuada en el epicentro de la ebullición nacional., prefiriendo hablar con otros más dóciles a quienes astutamente podrían enseñar a amar su no tan frontal embestida, para comprobar una vez más que el “siervo-albedrío” se pliega ante posiciones de fuerza oficialista, y se encadena a sí mismo embebido de pánico ante la simbólica del mal.
Si ellos no boicoteaban el diálogo invocando la improcedencia de hablar con “interlocutores impuestos”, entonces sí—como dijo Coco Fariñas—que no les iba a quedar de otra que echarse la culpa a sí mismos de romper el diálogo, y no iban a tener ninguna posibilidad de engañar a la opinión pública con la especie dolosa de que el diálogo tenía que darse sobre la base del apego a principios revolucionarios que la Revolución hace mucho rato que no practica porque la mítica histórica, es decir, su lenguaje mítico del hombre sacrificado en aras del bien común, está desacreditado con sus palpables demostraciones de amor al lujo de la vida, dejando al pueblo en la estacada.
Cada vez se hace más cierto lo que nos advertía Hegel: que el Espíritu Absoluto en sus últimos avatares va a prescindir de justificación; y ya lo estamos viendo, pero lo que sí necesita, en cambio, es la carismática potenciación de un maestro en la aplicación de fenomenología intersubjetiva, que reduce el poder de la palabra solamente a la descripción de su conciencia trascendental, y que lo haga tan notablemente que sea todo un espectáculo ver, cómo un sujeto idóneo para ese fin como Humberto López, el conductor del programa televisivo “Hacemos Cuba”, obra la “reducción” para entrar a la búsqueda de lo suyo propio, porque en su caso el fenómeno psíquico ofrece la particularidad de optimizar la característica más visible de este: la identidad entre apariencia y realidad, haciendo así imprescindible al partido la explotación de su naturaleza nouménica, pues ningún otro presentador, a no ser Abdiel Bermúdez Bermúdez, pudiera mostrar tan brillantemente el desasimiento de sí mismo humano, como por ejemplo, cuando confiesa que “es cierto que en Cuba durante mucho tiempo no se podía hablar de derechos humanos ( en medios públicos, por supuesto ), pero los teníamos, estaban ahí, y disfrutábamos de ellos”; algo insidiosamente tramposo, cuando afirman expertos que de los 30 puntos de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” firmada en París el 10 de Diciembre de 1948, Cuba, que fue signataria de la misma, no cumple ni uno solo de ellos.
Ahora, con el asunto de las denuncias que se publican en las redes sociales de la situación insoportable que vive nuestro país, este señor ha dicho categóricamente, que esto que se exhibe es “un show mediático que está montado en las redes sociales y que es una realidad que no existe en las calles”.( 4 Dic 2020 ) Decir eso que dice este vocero oficialista, significa para los pobres, que ya está viviendo en el mundo irredento de la indoctrinación coheteada, y por tanto, no tiene nada que ver con ellos, --y para los gobernantes, que ha perdido la vergüenza para mentir libremente, por tanto, es uno de ellos.
Cuando se recababan voces oficialistas en TV para apoyar la postura del Gobierno de rechazo al diálogo con la representación más radical de estos movimientos de protesta, apareció en nuestros receptores Alexis Triana, quien muy desenfadadamente dijo “que el Gobierno no tenía a menos dialogar y que, de hecho, el mismo Presidente de la República se ha reunido varias veces con los intelectuales, que precisamente se acababa de reunir con ellos en un evento que se celebró hace poco”. Pero eso no se llama “dialogar”, señor Alexis.
Se refería este funcionario al Congreso de la Sociedad Antropológica Cubana que presidió Migue Barnet, en la primera quincena de Noviembre de este año, y en el cual intervino en una de sus sesiones Miguel Díaz Canel. En esa ocasión el Presidente, como era de esperar, se refirió a “las cosas que deben ser cambiadas”; y, entre otras cosas dignas de nota que yo no pude copiar, dijo cosas que le hubieran podido colmar la paciencia a cualquier oposición aun la no organizada, que no fuera la cubana, pues se atrevió a decir que los responsables de las trabas que se ponía a la fluidez de los cambios que necesitaba la sociedad, se debía a “la mentalidad de los decisores, de los intendentes”, que impedían cumplir el tema del desarrollo económico y social sostenible. Y hasta cierto punto es verdad lo que dice el Presidente, porque lo más que hacen los asesores de cultura adscritos a las gobernaturas provinciales, (Consejeros Administrativos Provinciales del C.A.P.) es convertir en eslogans las providencias inscritas en el Nombre del Padre, como por ejemplo, las de este talante: “Hay que construir una cultura científica que dialogue con todas las matrices culturales”, pero que en realidad surten el efecto de echar agua en canasta, porque nadie les hace ningún caso, y nadie trabaja con responsabilidad porque nadie está dispuesto a desafiar la hipocresía del régimen poniendo en juego la sacrosanta comodidad de sus vidas en las nubes con chofer y autos a la orden.
Cuba no cumple ninguno de los 30 puntos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Parece que el profesor Manuel Calviño fue de los que no se pudieron aguantar, y reaccionó rápido a esta declaración de Díaz Canel, porque ya el 9 de Noviembre 2020, decía en su programa nocturno de TV: “Son los jefes los que hacen que la mentalidad de los colaboradores se dispongan a cambiarla.” Con esto se quiere decir, y las personalidades de nuestro gobierno deben entenderlo, que el análisis que ellos hacen sobre el proceso de cambio político, no revela el grado de compromiso necesario para la negociación de ese cambio, sino sólo una habilidad política para entorpecerlo porque como enemigos de los sistemas libres su voluntad de no integración con el pueblo bajo figura en primer plano, “porque la prioridad de tocar poder prima sobre los escrúpulos”—como dice Mercedes Rossúa. [ “Oriana Fallaci: la Voz y los Silencios” p. 34 Foro de Educación, Pensamiento, Cultura y Sociedad Num. 9, 2007, Salamanca, España.] No quieren romper ese círculo vicioso del mal aliado a la fuerza. ¡Qué fácil es cancelar la esperanza de los pobres cuando todo se funde en la unidad del mundo que tengo ahí delante!
No podemos dejar de mencionar la carta que Inés Casal Henríquez dirigió al Vice Ministro Fernando Rojas en defensa de su hijo Julio César Yopis Casal, donde esta madre que conoció a los padres del Viceministro, lo exhorta a seguir el digno ejemplo de sus progenitores, de su padre, Fernando Rojas que fue Rector de la Universidad de la Habana, que no dio motivos de maledicencias, y en la cual dice que su hijo tiene el decoro de no mentir, “y sin embargo usted lo acusa de terrorista”, y donde contrapone la actuación de este ministro a la de ella misma que “ninguna organización partidista me hizo traicionar a mi conciencia” y por ser recta, “me sentí traicionada por la Revolución”.
Graves dilemas no protagonizados públicamente sufre hoy el proceso. El escenario de futuro más horrible que pudiéramos tener por delante, ya lo estamos prefigurando hoy con esos ardides políticos de llamarles contrarrevolucionarios a los grupos que protestan contra los desmanes y atrocidades de la Revolución, y con el hecho, no sé si peor, pero igualmente fatal de la gigantesca bola de fuego que está bajando desde la enorme montaña de nuestra indiferencia ciudadana a quemar todo lo que encuentre a su paso convirtiendo en cenizas toda la corrupta gubernatura del país, pero también la sed de urbanidad del hombre respetuoso de su pertenencia a una tradición social que repudia por igual la artera maniobra política de la tiranía, y las demostraciones soeces de la morralla insolente que no le importa despreciar los valores que deben salvaguardarse en los actos de protesta, que precisamente, por proceder de los estamentos o capas más primarias de la población, no deben dar lugar a que su carácter insurreccional político se confunda con la batahola deshonesta de la pijamada que armó en la residencia de Damas 955, el llamado Movimiento de Artistas Independientes de San Isidro, unos ciudadanos que venían mereciéndose ya toda la estimación de la Patria, por atraerse sobre ellos todas las furibundas represalias que el Gobierno desató contra ese pequeño grupo que asumió la dignidad de un país pusilánime, postrado en un conformismo sórdido, del cual San Isidro renegaba, pero tirando por la borda también junto con él, la gran divisa martiana que nuestro mayor guía estampó en su Diario de Campaña el 17 de Abril de 1895: “Me meto la Vida de Cicerón en el bolsillo en que llevo 50 cápsulas”. Quiero decir, que para combatir a un mal llamado Gobierno Revolucionario, no hay que ejercer en nombre de esa protesta modos subversivos de moral que ofendan al pueblo fiel a costumbres de civilidad que no tienen nada que ver con su inconsecuencia de no plantarse con ellos en las calles. Para empezar parece que lo de la huelga de hambre y de sed que se efectuaba allí, fue una patraña, pues en los videos que el Gobierno mostró por la televisión cubana la noche del 28 de Noviembre, en aquella habitación lo que había era un verdadero jolgorio de personas que parecía que lo que estaban festejando era la situación de bienestar falso reinante en el país, pues allí todo era alegría y bailes, y sobre todo, burla de sí mismos. Nada de lo que dijo al mundo la activista y esposa de Esteban Rodríguez, uno de los huelguistas allí presentes, quien declaró el 25 de Noviembre a Radio Martí que “el ambiente era tétrico, y que los signos vitales de Luis Manuel Otero Alcántara eran críticos”, fue cierto. Muy al contrario, estaba guarachando. Lo que hicieron con las manos, tanto Denis Solís, L.M. Otero, y Maikel Castillo Pérez, ( Osorbo )e Ileana Hernández, lo destruyeron con los pies; y con esos performances, en la Gesta de Martí, hubieran valido tanto como los prácticos españoles en la manigua, pues estaban dando a los fidelistas motivos para que los llamen “escoria” o “parásitos”, con sus grabaciones para un público muy de “tierra adentro”. “Se autoexcluyeron ellos mismos por su agresión a los símbolos patrios, y por esas actuaciones nudistas en plena Rampa habanera.”—como dicen las autoridades.
Me solidarizo en cambio, con la protesta que organizaron los escritores y artistas cubanos la noche del 27 de Noviembre frente al portón de la UNEAC, y con las demandas político- culturales que entregaron al Vice-Ministro de Cultura, Jorge Perugorría y Fernando Pérez. Respecto a las deprevaciones de que hizo gala en cámara L.M.Otero, y compañía, son tan despreciables que su propio ultra-defensor, el famoso locutor del programa “El Revoltillo” de R.M., en su emisión del lunes 30 de Noviembre, se preguntaba con respecto al reportaje de ese incidente que hizo la T.V. cubana, ¿se le puede creer a la T.V. cubana que dice que los que se fueron de Cuba son gusanos, apátridas, que dice que los niños cubanos son felices, y que tiene un periódico en Guantánamo que se llama “Venceremos”, que hace poco publicó un artículo pidiendo al Gobierno de esa ciudad que por favor cambien una vidriera de una TRD que da a la calle Maceo, donde se exhiben golosinas y confituras por las que los niños forman tángana a los padres parándose a llorar frente a ellas cuando salen de la escuela que los padres no pueden comprarles; un periódico-continúa diciendo Tony Benítez—que ha producido más toneladas de mentiras que toda la producción de azúcar que Cuba ha alcanzado en 60 años?”
Aunque no puedo responder ni un sentido ni en otro, en todo caso, es fácil imaginar por qué la esposa de Oscar Cazanellas pudo sacar a su compañero de ese lugar: se supone que un biólogo no se sentiría cómodo en aquel ambiente del que dio testimonio visual la T.V. cubana: una carcajada del Espejo de Paciencia de Silvestre de Balboa. En ese sentido soy de la misma opinión que expresó el opositor Guillermo Fariñas a Radio Martí, el 4 de Diciembre cuando dijo: “Cuando hablé con ellos les hice una crítica privada”.
La libertad de expresión es un reclamo tan fuerte que encuentra seguidores, incluso allí entre quienes la ofenden con el libertinaje; pero los que obvian el libertinaje para dejar claro el lugar de aquella, deben saber que allí donde al logos se le expropia su corona de espinas, no queda incólume la libertad, porque a la larga esa inclusión que ella realiza, por su naturaleza va a repetir esa exclusión o represión actual, porque durante toda la historia revolucionaria se ha ido cobrando víctimas en lo más civil de la sociedad, y tiene de parecido con la actual ola represiva su incompatibilidad con los frutos más altos de la cultura. Fín
Raúl Morín Suárez, 12 Diciembre 2020, 12:30 P.M.
Cada vez se hace más cierto que el Espítu Absoluto en sus últimos avatares va a prescindir de justificación