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Candidatura a la Asociación de Pedagogos de Cuba IV

13/08/2020 11:34 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Continuo indagando en el desligamiento y profunda desunión entre cubanos, explorando los distintos significados que implican una frase publicada de una luch.adora anticomunista cubana:Tengo rencor de pueblo

                                                                                         IV

 

Martha Beatriz Roque Cabello, importante figura de la disidencia cubana, ex-presa política, pronunció en un programa vespertino de Radio Martí, el 18 de Julio de 2020, estas escalofriantes palabras: “Tengo rencor de pueblo, sí tengo rencor de pueblo porque la gente no le da importancia a lo que ha pasado, y colabora en la destrucción que comanda el Gobierno contra el pueblo, acatando sus órdenes, y participa con ímpetu propio en ella”. Por todo lo escabroso que nos hacemos a nosotros mismos, pienso que es un deber del más alto civismo responder a ese llamado de desesperación pública que hizo la gran patriota cubana.

Ella dice: “La gente anda como zombies por las calles”. Es una manera no muy feliz de señalar el desligamiento entre cubanos; ya que si se tratara de zombies, no habría preocupación por el problema marginal en que los exilios respectivos se dirigen unos contra otros en forma de hostilidad; ya que todo aquel que agrede al otro está compartiendo a la fuerza un lugar que añora y del cual ha sido o excluído, o desplazado.

Hoy nuestro verdadero Vía Crucis radica en que tenemos que realizar, todos los que seamos capaces de ello, un trabajo lingüístico, filosófico, y psicoanalítico, para descubrir cómo reestructurar la disociación de la conciencia y la unidad del Yo. Tal es el único modo de explicar lo inexplicable: la destrucción del cubano pobre por el cubano pobre, ante la mirada insensible de los cubanos poderosos ante la institución, ante la familia, y ante el país. Ningún estudio antropológico de la prensa oficial aborda hasta ahora esa preocupación. Existe en nuestro país un desprecio por el hombre de abajo, tan soez e irritante, que el sueño de nuestra indolencia no ha podido, al fín, desconocer u obviar, y ahora felizmente aparece consagrada la garantía a ese respeto en el artículo 98 y 99 de nuestra actual Constitución. Aunque eso no significa mucho porque también el artículo 54 de esta consagra la libertad de expresión y de pensamiento, y sin embargo se viola diariamente.

No es un preciosismo intelectual señalar esas tres facetas por donde debe pasar la rehabilitación cívica del cubano, es perentorio para un proyecto teleológico nacional sostenible, ya que de lo contrario, seguiremos consumiéndonos en ese “rencor de pueblo” que no nos deja progresar, pues si de algo depende el éxito de todo el proyecto social inclusivo, es del acto de saber y poder nombrar las cosas con nombres pertinentes a su naturaleza, la cual estaremos ignorando, de buena o de mala fe, mientras no sepamos que la Regla de Oro de la conciencia crítica manda que “la puesta en cuestión—como dice Julia Kristeva—no perdona a nadie, sobre todo al sujeto de la enunciación”[“La Locura, la Revuelta, y la Extranjería”: Entrevista con Julia Kristeva concedida a Armen Avanessiam, Revista Signos Filosóficos, Enero-Junio 2002, p 9 Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa, D. F. México] ; y en consecuencia, no la cumplimos, ignorando así la respuesta a la pregunta de quienes somos.

La demanda de un trabajo lingüístico se justifica, sencillamente, --o no tan sencillamente, --porque la lengua es una estructura socializada, y para corregir los desastres que ella evidencia, es necesario antes determinar a qué estructura social corresponde una estructura lingüística dada, para a partir de ahí vulnerar la praxis constitutiva de sentido que constituye el postulado de un isomorfismo entre las leyes naturales y las leyes psíquicas. Se trata, —para que se tenga una idea, --de que la ley natural se ha ideado por analogía con las relaciones humanas, pero se quiere reducir a una ley dicha conformidad de sucesos.

La tarea filosófica se exige porque se le debe hacer comprender al sujeto la raíz del conflicto, sus propias barreras determinadas por la obediencia a una determinada memoria, a la que se le ha enseñado al sujeto a adherirse incondicionalmente, sin cuestionarla; como paradigma simplemente positivo que no soporta, no obstante, ninguna crítica sobre sí mismo. Y en tercer lugar, se amerita el esfuerzo psicoanalítico porque hay que sacar a la luz el complejo del inconsciente; y porque este recurso puede llegar a establecer los lazos entre lo intrapsíquico y lo social, aplicando esos términos al campo político.

Esto resultaría particularmente útil en un campo social donde a los simples médicos se les está dando altas responsabilidades institucionales y estaduales, sin conocer siquiera algo que era tan familiar a estos en el siglo XIX latinoamericano: la filosofía, y por eso hoy a estos les son inconjeturables “el escrutinio de extrañamientos insoportables que nos aterran” [Julia Kristeva]

Es una pena que personas tan celebradas en nuestra sociedad como los médicos, crean o piensen que los problemas sociológicos de los pobres no estén en su radio de incumbencia social, ni aunque se tratara de asuntos de trabajadores que cumplen su oficio bajo su propia supervisión indirecta. En el siglo XIX a los médicos se les enseñaba a estudiar con tanto o más tesón que la propia medicina, los estadíos que conducían a descubrir la extranjeridad de lo Otro, eso no integrable con grandes posibilidades de convertirse en una bomba, porque como dice la filóloga búlgara-francesa, en ese caso “cada uno deviene un objetivo para la extranjeridad de los Otros” [ Revista “Signos Filosóficos”, texto citado pag. 16 ] ; y hoy ya—debido al creciente grado de especialización de la Modernidad—no son capaces ni de reconocer el espacio donde se abisma el acuerdo y la simpatía. ¿Será que no les importa?.

Ya no es posible negar la urgencia de adoptar en nuestro sistema educativo de formación de médicos, el mismo movimiento de reforma de la enseñanza superior que llevaron a cabo el movimiento conocido con el nombre “13 de Diciembre” en la Universidad de Buenos Aires, desde 1873 a 1880, los hombres del Círculo Medico acaudillados por el Dr. José María Ramos Mejía, en medio de una hostil indiferencia, venciendo tradiciones obstruccionistas que nos cuenta el Dr José Ingenieros, en su prólogo al libro “Neurosis Célebres” del mencionado facultativo:

Los lazos entre lo intrapsíquico y lo social deben aplicar esos terminos al campo político

“Se ha creído siempre entre nosotros ( los médicos ), y los viejos maestros nuestros se han encargado de transcribirlo, como animados de un santo horror ortodoxo, que el perfecto médico debía ignorar por completo las más rudimentarias nociones de educación literaria; que para ejercer con éxito este noble arte que ejercemos, era menester que desconociéramos los más bellos productos del espíritu en esa amable y atrayente rama de los conocimientos humanos indispensables, y que el clínico perfecto debía apenas saber coordinar dos malas ideas sobre el papel. Error señores, error funesto para la educación superior que recibíamos. En ese tiempo, y no creáis que exagero, porque todavía hay entre nosotros ejemplares adeptos empecinados de esa escuela; en esa época llamar literato a un estudiante de medicina equivalía a la clasificación de hereje y judaizante en los tiempos de Arbúes y Torquemada. Yo fui una de sus víctimas, por razones que no ignoráis quizás, porque cuando quisieron levantarme un proceso público por haber empleado mi literatura en beneficio de aquella vieja y venerable institución, dijeron, en descargo de sus conciencias meticulosas, que yo era un “estudiante literato”, un escritor, , como si dijéramos, “una pequeña furia del Averno””[“Neurosis Célebres” p. 31 José María Ramos Mejía Bs. As, 2da Edición 1927 ]

Menciono esta laguna en la formación de los galenos, porque la pedagogía nos exige responder a cuestionamientos anteriormente expuestos, pues muchas veces ellos mismos, a causa de estos vacíos, imponen límites disciplinarios a la posibilidad de transformación social, apoyando las ficticias visiones culturales del marginado, y formando parte de los climas intelectuales no llamados aun a un campo disciplinario propio.

Muchos pensarán que no tiene ningún sentido traer a colación la frase de Martha Beatriz, “tengo rencor de pueblo”, como asunto de interés pedagógico; como si la sofisticada tecnología de deshumanización que se basa en oponer al alto reto histórico-político-y pedagógico de su libertad proclamaria, una fuerza de fragmentación entre ellas, impidiendo que la pedagogía se abrace a la razón política para que ésta no pueda cumplir su exigencia histórica, porque el sujeto está amarrado a un mecanismo que garantiza que el ejercicio de poder conocido, se vuelva inoperante, no tenga nada que ver con la vida de nosotros. Tienen tanto que ver, que las raíces de sus relaciones se remontan, no a una causalidad pre-revolucionaria, sino propiamente revolucionaria, cuando el Comandante en Jefe redactó en la Sierra Maestra la Carta que dirigió a los firmantes del “Pacto de Miami” en 1957, ya que con su actuación posterior al triunfo revolucionario, se burló flagrantemente de todo lo allí escrito, y abjuró de la dignidad y el ideal revolucionario, torciendo el destino del pueblo “en los instantes más prometedores de su vida republicana”, en pos de mayores injusticias de las que decía prevenir al pueblo, dejando fuera de los planes para el nuevo gobierno del país, si no a todos los firmantes de ese pacto, sí a la voluntad política de ese pacto, dándoles participación a algunos de ellos, después, como trofeo de su domesti cidad.

Oigamos la autenticidad, que luego resultó ficticia, de Fidel Castro en 1957:

“Si la experiencia ha demostrado en América que todas las Juntas Militares derivan de nuevo hacia la autocracia; si el peor de los males que han azotado a este continente es el enraizamiento de las castas militares, …una de las más legítimas aspiraciones de nuestro pueblo en esta hora crucial, en que se salva o se hunde por muchos años su destino democrático, es guardar como el legado más precioso de sus libertadores, la tradición civilista que se inició en la misma gesta emancipadora, y se rompería el mismo día en que una Junta de uniforme presidiera la República.

¡Ni Junta Militar, ni Gobierno Títere, juguete de militares!. ¡Los civiles a gobernar con decencia y honradez, los soldados a sus cuarteles; y cada cual a cumplir con su deber! Que no se inmiscuyan los procedimientos de mala política en el proceso revolucionario, ni sus ambiciones pueriles, ni sus afanes de encumbramiento personal, ni su reparto previo de botín, que en Cuba están cayendo hombres por algo mejor.” [“A los Firmantes del Pacto de Miami” Fidel Castro, Sierra Maestra, 14 Diciembre 1957 ]

¿Por algo mejor?. Toda la práctica social revolucionaria encaminada a la dirección de las masas, está impregnada de esa psicología mórbida, mezcla incomprensible de salud y enfermedad. En el segundo viaje que hiciera el Jefe de la Revolución como Primer Ministro del Gobierno a los Estados Unidos, en 1964, concedió una entrevista a la periodista norteamericana Lisa Howard, en la que dijo:

“No queremos a un pueblo ignorante, queremos a un pueblo que aprenda a pensar. No le decimos a nuestros jóvenes: “cree”; les decimos, “estudia, piensa”. Si tuviéramos temor a que el pueblo estudiara y pensara, nunca habríamos desarrollado la educación hasta el grado que la hemos desarrollado. Se puede engañar a un pueblo ignorante; no se puede engañar a un pueblo educado. Y la Revolución tiene una verdadera obsesión por educar al pueblo. Eso prueba que no tenemos miedo de que el pueblo piense, analice.” [F.C.R.: Entrevista concedida a Lisa Howard, E.U, 1 Feb 1964]

Sí, el derecho a la enseñanza no se le niega a nadie en Cuba. Como se trata de una ley moral referida a la libertad, es necesario que haya conocimiento para su cumplimiento. Tal conocimiento no puede faltar; pero, como se dice jocosamente en lenguaje coloquial cubano: “hasta ahí las clases”; porque un sistema político guiado por el materialismo filosófico, una vez cumplido este indispensable requisito con la ilustración, vuelve atrás porque no puede alcanzar su máxima cota, ya que el conocimiento más elevado importa un desprenderse del objeto, y en una sociedad donde la existencia misma del hombre está condicionada por su situación natural, y ésta a su vez precede y condiciona la conciencia, no se puede inquirir libremente en las proporciones del ser y los valores; entonces el compromiso social que este anuncia está mucho menos comprometido con el orden interno del suceder histórico, que con el de la realidad natural, pues siendo un orden indiferente a la lógica formal y a la comunidad, brinda a esta forma patógena de civilidad, todas las posibilidades de contemporización duradera entre personas incapaces de comprender los problemas porque están vueltos totalmente hacia sí mismos, y por ello la participación forzada o inducida del Totalitarismo se logra fácilmente. Con esto la dimensión de lo social asume un aspecto secundario, que no es percibido por el mundo de la atención elemental porque se integra por vía inconsciente. Lo he dicho otras veces de distinta forma: el Fidelismo es el único modo de conducir pueblos que invisibilizan y hegemonizan a la vez las políticas neoliberales. “O sujeito neoliberal é um sujeito que opta por ele mesmo entre diferentes alternativas sociais, políticas e económicas, e nâo um sujeito que luta em conjunto com os outros para transformá-las ou organizá-las”[“Descolonizar a Participaçâo” p161 Danilo R. Streck, en Congreso de Educación Popular Latinoamericana.][ “El sujeto neoliberal es un sujeto que opta por él mismo entre diferentes alternativas sociales, políticas y económicas, y no un sujeto que lucha con otros para transformarlas u organizarlas”.] (La traducción es mía)

Espero haber podido, con estos cuatro trabajos, dar una idea de mi valoración de la Educación Popular como un acto sustancialmente político, que se apoya en una Pedagogía Crítica que representa la emergencia de la conciencia oprimida hacia la conciencia del oprimido, que avanza hacia una “transformación del entramado de significaciones que constituyen el entramado cultural”[ Alfonso Torres Carrillo: “¿Dónde está lo crítico de la Educación Popular?” p 181 en “Congreso sobre Educación Popular y Pedagogías Críticas en América Latina y el Caribe” Buenos Aires, CLACSO, 2018, Libro Digital]; o haber podido impacientar al menos, desde mi limitada o nula capacidad de intervención en los caminos pedagógicos de mi país, a aquellos pedagogos cubanos que educan en una bondad que no resiste un análisis político de problemas por no haber sido formados en la historicidad crítica de la práctica educativa desde una perspectiva política, y que tal vez, ahora vislumbran, con todo lo que ha marcado mi opción, lo que serán las luchas que aún no nos hemos atrevido a dar para cambiar nuestra naturaleza intemperante y violenta. Raúl Morín. 24 de Julio 2020, 8:58 AM


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Chaville (121 noticias)
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